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domingo, 17 de abril de 2011

mando

Hay una escena de "un puente lejano" (ya hemos hablado aquí de ella) en la que el coronel John Frost (Anthony Hopkins), llega con su batallón a Arnhem. Mientras llama a la puerta de la casa que va a ocupar para controlar el puente, un puente cuyo control implica partir las fuerzas alemanas en dos, le comenta a su segundo, el mayor Carlyle (el del paraguas) que hay algo que han hecho mal; el camuflaje. Van de campo y están en el asalto de una ciudad. Carlyle levanta los ojos al cielo.

Me encantan estas actitudes, las dos. La de "estos detalles no se nos pueden escapar" y la de "¿éste es mi superior?" pero con el fondo real de "vamos a darlo todo" y la de "iría con este tío a pelear contra Satán"

Les digo esto porque tengo la imagen en la cabeza desde que el viernes tuve una discusión con un directivo de cierto nivel en mi compañía y no supe cómo hacerle entender el "crees que estás innovando, pero esto ya se ha hecho mil veces y te la vas a dar si no quieres ver cuál es el camino". No crean, se lo dije tres veces de forma mucho más cordial. Vamos, que sólo me faltó decirle "no se hacen así las cosas y tu cargo no implica sabiduría".
Pero como es una persona a la que tengo cariño pero no un exceso de confianza no sé si es muy adecuado hablar de forma tan franca. Total, que Carlyle no va con Frost a luchar contra Satán porque Frost sea gracioso y amante de los detalles, sino porque su criterio es fuerte. Y su criterio es fuerte porque se rodea de gente válida como Carlyle, escucha, comprende, evalúa y concluye.

Otro día, si quieren, hablamos de la gestión del talento y por qué el 90% de los directivos creen que saben gestionarlo siempre que haya un power point delante que les han soltado desde recursos humanos. 

1 comentario:

Louella Parsons dijo...

Mantener a todo el personal informado, involucrado y pensando en soluciones a los problemas es una de las lecciones básicas de un líder.

Cualquiera que conozca un poco las expediciones de Shackleton, sabrá que el éxito de éstas radicó fundamentalmente en las extraordinarias cualidades del explorador como líder de un grupo de personas en las condiciones más extremas.

Shackleton creó un grupo que llamó Comité Directivo para que le dieran sus puntos de vista y consejos cuando había que tomar decisiones. Pero no contento con este comité, también consultaba a los demás expedicionarios por si había algo que se pudiera hacer y no lo estuviera haciendo, transmitía a todos la sensación de que podían cambiar el rumbo de los acontecimientos, animaba a tener los debates abiertos y a expresar sus puntos de vista.
Todos sentían que su opinión era importante. Shackleton mantuvo el grupo siempre unido.